Arthur Conan Doyle, creador de las historias de Sherlock Holmes, hablaba con fantasmas a través de mediums, mientras que el célebre matemático británico Alan Turing creía en la telepatía.

Todos ellos eran conocidos por su afilado razonamiento, y aun así creían en lo paranormal, como una gran cantidad (tres cuartas partes, según estudios) de los estadounidenses.

Intrigados por este tipo de aparentes incoherencias entre raciocinio y superstición, psicólogos han empezado a estudiar por qué algunos son incapaces de acabar con su creencia en supersticiones. Y parece ser que es porque creer en cosas que desafían la lógica podría tener sus ventajas.

Aunque muchas de estas experiencias tienen explicaciones racionales, desde fenómenos neurológicos hasta abusos de alcohol o drogas, otras, como las de Conan Doyle, que podían llegar a ser diarias, no están tan claras.

Los psicólogos que estudian la religión han sospechado durante mucho tiempo que la creencia en lo paranormal puede ser una especie de protección frente a las difíciles verdades del duro mundo real.

La idea es que cuando algo inesperado ocurre, como una muerte, un desastre natural o la pérdida del trabajo, el cerebro busca respuestas, intentando añadir sentido al caos.

“Se trata de situaciones tan complicadas que aunque no podamos tenerlas bajo control de forma objetiva, intentamos estructurar la realidad a nuestro alrededor, aunque esta estructura sea tan solo un ilusión”, explica Jennifer Whitson, de la Universidad de Texas, en Estados Unidos.

Esta investigadora descubrió incluso que tan solo preguntar a la gente sobre momentos pasados de crisis puede provocar la puesta en marcha de fuerzas ilusorias.

El antropomorfismo, o atribuir cualidades humanas a fenómenos que no las tienen, es otra manera en la que intentamos entender distintos acontecimientos, dice Adam Waytz, de la Universidad del Noroeste, en Illinois.

Lo que hacemos es pensar que hay un espíritu tras esa tormenta, o que un demonio nos está causando esa enfermedad, en vez de reconocer que no tenemos ningún control sobre la situación.

La mayor parte de los expertos coinciden en que los escépticos no deberían ser tan críticos con aquellos que tienen estas creencias, pues después de todo, numerosos estudios han demostrado que la superstición puede mejorar el desempeño en una serie de actividades.

En una prueba de memoria se pidió a los sujetos que usaran un objeto que les trajera suerte, lo que mejoró significativamente sus resultados. Otro experimento consiste en asegurar que se está usando un “palo de la suerte” en una prueba de golf: los participantes suelen tener entonces más posibilidades de acertar.

Pero incluso aunque te creas inmune a este tipo de creencias no deberías subestimar el poder de la sugestión.

Michael Nees, de la Universidad de Lafayette, en Pensilvania, descubrió que si les decía a un grupo de sus alumnos que estaban formando parte de un experimento sobre lo paranormal, estos tenían más posibilidades de oír voces en grabaciones de supuestas psicofonías en Estados Unidos, aunque muchos se declaraban escépticos.

Fuente: BBC Mundo