Ansioso por conquistar el mundo, Adolf Hitler exigió un arma capaz de destruir fácilmente las fortificaciones enemigas y así consiguió el mayor cañón jamás construido. Sin embargo, su gigantesca arma tuvo una vida operativa de apenas 13 días y es catalogado hasta la actualidad en la peor arma del mundo.

En 1941, el fabricante de armas Krupp A.G. fue el encargo de construir esta monstruoso cañón.

De casi 47 metros de largo y 1.350 toneladas de peso, Gustav disparaba proyectiles de casi 5 toneladas desde un cañón de 30 metros de largo. El arma fue entregada a Hitler gratuitamente como muestra de la contribución de Krupp al esfuerzo de la guerra nazi, según el historiador estadounidense C. Peter Chen.

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El cañón Gustav entró en acción en junio de 1942 durante el asedio de Sebastopol, península rusa de Crimea, donde disparó un total de 300 proyectiles. Sin embargo, los nazis no tardaron en descubrir que el gigantesco cañón tenía graves inconvenientes, por lo que dejó de usarse al poco tiempo.

Su tamaño lo convertía en un blanco fácil, debido a su peso solo podía ser transportado por medio de un ferrocarril especializado que los nazis tenían que construir con antelación, necesitaba una tripulación de 2.000 hombres para operar el cañón y cuatro días para ser montado.

Además, tomaba horas para calibrarlo y realizar un solo disparo y en promedio realizaba apenas 14 disparos al día.