Vivía en Twickenham (Londres) y nadie supo que era una espía británica hasta el día de su muerte en que los policías encontraron armas, municiones y documentos secretos debajo de su cama y escondidos entre sus pertenencias. Así era la vida de Eileen Burgoyne, una encantadora jubilada de 99 años.

La investigación que se hizo en su vivienda reveló que esta mujer trabajó como espía durante estos dos conflictos interrogando a prisioneros nazis y, posteriormente, rusos.

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Según afirman varios diarios internacionales como el «Daily Telegraph», los objetos fueron hallados en febrero durante un desalojo producto de una amenaza de bomba.

Tras descubrir estos curiosos recuerdos, se buscó a la prima de Burgoyne, Georgina Wood, quien dijo que ella trabajó para los servicios de inteligencia británicos en dos períodos, de 1945 a 1947, y de 1950 a 1953. En ambos casos, ayudando a sacar información a prisioneros de alto rango (en primer lugar nazis y, en segundo, soviéticos).

A su vez, los documentos encontrados han desvelado que la anciana fue contratada por el Centro de Servicios Combinados para Interrogatorios de su país para sacar información a los enemigos de Gran Bretaña en cualquier parte del mundo.