Las guerras siempre dejan consecuencias funestas a su paso: desolación, muerte, destrucción. Con mayor énfasis si se trató de la Segunda Guerra Mundial, que en Europa ocasionó tal impacto que hasta hoy muchos sufren sus secuelas.

El fotógrafo británico Mark Wilson dedicó cuatro años, del 2010 al 2014, a documentar los restos de enormes fortificaciones que quedan en las costas de las Islas Británicas y el norte de Europa después de la Segunda Guerra Mundial.

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En su libro ‘The Final Frontier’ (‘La última frontera’), el artista-fotógrafo ofrece 86 imágenes que muestran cómo el oscuro legado de confrontación militar se convierte en parte del paisaje costero. Obviamente una muestra de lo terrible que son las guerras y las consecuencias que se mantienen a pesar del paso del tiempo.

Fuente: Actualidad RT.