Inia geoffrensis es el delfín rosado del Amazonas. Los más afortunados logran no solo ver su bella figura, de aleta dorsal baja y ojos pequeños, sino también sus acrobáticos saltos.

Los Bosman fueron parte de ese grupo privilegiado. Esta familia holandesa pagó 220 dólares por un tour por la Reserva de Producción Faunística de Cuyabeno, en Ecuador, para conocer a esta especie, muy amenazada. Ese respeto por el delfín lo comparten también los indígenas.

Tal admiración, en territorio peruano y brasileño dentro de la cuenca amazónica, parece no existir. Los pescadores los esperan con ansias para matarlos y usarlos como carnada para atrapar un pez carroñero conocido como mota, simí o piracatinga. Con redes, los acorralan y luego les disparan con escopeta o arpón.

“Dejan que se descomponga y así atrae más peces. Después, los meten en una jaula, en pedazos o enteros, y ahí va llegando la mota”, explica Fernando Trujillo, director científico de la Fundación Omacha de Colombia.

“En los últimos cinco años, el 90 por ciento de los peces que hemos comido como capaz son esos peces carroñeros del Amazonas. Un 90 por ciento de estos viene de Brasil y Perú”, denuncia Trujillo.

La diferencia es simple: El capaz es de un color y la mota tiene unos puntos oscuros que lo hacen ver como un capaz ‘dálmata’.

Tras ocho años de ‘cacería’ a estos pescadores, investigadores de Omacha han confirmado que no solo ocurre en el río Amazonas.

“En Brasil también los matan en el río Purús y en Perú en los ríos Marañón y Ucayali”, advierte Trujillo. Añade que con un delfín capturan hasta 200 kilos de mota. Solo en Brasil, se calcula que al año matan unos 1.000 delfines.

Fuente: Eltiempo.com