En los últimos ocho meses, otorgó la nacionalidad peruana a más de 300 ciudadanos extranjeros. Uno de los favorecidos con la medida fue Muhammad Asif Butt, pakistaní musulmán quien entendió que su hogar estaba en este lado de los andes americanos, al lado de su esposa e hija con quienes el lenguaje del amor superó las barreras del idioma.

Porque Muhammad y Olga Huamaní Garibay, su esposa y madre de su unigénita, se comunican en japonés. Sí, en el idioma del país oriental al que llegaron hace casi tres décadas atrás en búsqueda de oportunidades económicas, pero también de realización personal y donde encontraron el amor.

Él tenía 24 años y ella 21, y cada uno quería dejar atrás los estigmas de la pobreza y violencia que compartían sus países. La historia de ambos se unió una tarde mientras hacían cola en un teléfono público en Saitama Ken, Tokyo, para comunicarse con sus respectivas familias.

A Muhammad le gustó a primera vista la joven bajita de mirada dulce. A Olga, un poco más mesurada, le pareció muy educado. En 1989 empezó una relación de amistad y luego de amor cuando se casaron algunos años después de acuerdo a la religión musulmana que él practica.

Hoy la familia Butt Huamaní goza de buena salud, vive en Carabayllo, en Villa Club 1, a dos horas de Lima en auto, en una zona moderna que se está consolidando desde hace una década. Le preguntamos a Muhammad cuál ha sido su mejor momento en estos años. “Ahora”, responde con convicción.

De espíritu libre y leal

Y en su medio español y japonés que comparte con Olga, que es su traductora durante la entrevista, nos cuenta que la vida no fue sencilla. Vivieron juntos una década en Japón, ella regresó a Perú porque quedó embarazada y quiso estar con su familia.

Él la siguió dos años después. Pero no encontró trabajo. Eran los aún impredecibles años 90. Así que viajó hacia el país del sueño americano a donde trató de llevar a su familia recién formada. No lo logró.

Viajó a Canadá después. Llamadas telefónicas, una breve visita al y la confianza entre ambos sostuvo la relación que se mantiene armónica hasta el día de hoy. Mucho ha vivido Muhammad, actualmente de 56 años. Su niñez y juventud en Lahore, ciudad pakistaní donde nació, las recuerda con cariño.

“Más de la mitad de mi vida la he vivido fuera de mi país y comprendí que mi familia está aquí: mi esposa, mi hija, lo que he construido con ella acá”, comenta.

El clima y el ají

Con esa claridad entonces cuenta que lo que más le gusta de Lima es el clima “no frío, no calor” dice. Y es que la temperatura en Pakistán puede llegar hasta los 40 grados, cuenta Olga. Pero también le encanta el chicharrón de pescado y la variedad de ajíes que tiene el Perú.

“Se come el rocoto como manzana”, comenta la señora y suelta la carcajada, pues en la tierra de su cónyuge se usa mucho condimento picante para preparar los guisos de pollo o carnero que son la especialidad de Muhammad Asif, y que prepara de acuerdo a su norma religiosa.

“Yo mato al animal para agradecer y ofrecer a Alá. En los últimos años más pegado más a mi religión. No come chancho ni tome licor. Gusta variedad de frutas, verdura, hay muchas papas, plátanos. En mi país, solo un tipo de papa y plátano”, indica hablando a medias el castellano porque es muy difícil para él aprenderlo.

En estos momentos labora como chofer de Uber y no tiene problemas de comunicación porque los jóvenes hablan en inglés, y para hacer el servicio de taxi usa el mapa virtual de Waze. “En Lima choferes hacer lo que quieren, no respetar luz”, cuenta.

Muhammad juró respetar las leyes del , y es parte del 72% que obtuvo la nacionalidad peruana por matrimonio. Actualmente Migraciones tiene registrado 75,131 extranjeros residentes en el país.

Fuente: Andina

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