Su última foto en la colgó hace seis días. Como todas las demás imágenes de su red social, estaba milimétricamente estudiada, las luces, la pose, la marca que auspiciaba. La modelo española Celia Fuentes ganaba 500 euros por cada foto promocional, por supuesto, sin evidenciar que promovía un producto. Luego de esa foto fue encontrada muerta en su casa de Madrid.

¿Qué sucedió? Las imágenes que publicaba frecuentemente en revelaban una vida de ensueño, siempre en alfombras rojas, en playas paradisiacas, en restaurantes lujosos, con la juventud a cuestas y una belleza desbordante. Pero tal como se lo confesó a una amiga a través de un mensaje de WhatsApp, “todo era fachada” y se sentía “sola”.

Celia era lo que se conoce ahora como una “influencer”, aquella persona que goza de gran prestigio en las redes sociales —la modelo contaba con 300 mil seguidores en Instagram—, con opiniones que pueden influir en el comportamiento de otras personas y por ello las empresas apostaban por promocionar sus productos en sus fotos.

Su padre la encontró colgada de una sábana atada a la escalera de su casa, reveló que no era la primera vez que intentaba suicidarse y que todo se debía a un problema sentimental.

“A quién le gusta dormir la siesta más que a mí”, fue su último mensaje en y posa echada en la cama, mostrando, por supuesto, el logo de una conocida marca de ropa interior, para sus seguidores, su público, mayoritariamente adolescente, que imaginaban en cada foto de Instagram que eran testigos de una vida de ensueño.

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