La muerte en la horca es la pena que aguardan 702 personas encarceladas en Malasia y la mayoría de ellas por narcotráfico, delito por el que de año en año aumenta en el país asiático el número de condenas que acarrean ceñir la soga al cuello.

El peruano Reyes Amisufuén Tello (32), que fue detenido en mayo de 2007 con poco más de un kilo de cocaína, es uno de entre el total de 68 reos que en 2009 fueron condenados a la pena capital por un tribunal de Malasia.

Desde 1960 y hasta hoy, en Malasia han sido ahorcadas 441 personas, de las que tres fueron enviadas al cadalso entre 2008 y 2010, según el Ministerio del Interior.

De ese número personas ajusticiadas, 228 lo fueron tras haber sido declaradas culpables de tráfico de droga, otras 130 recibieron el mismo castigo por tenencia ilícita de armas de fuego y tres por declarar la guerra al rey de Malasia.

Los grupos de activistas malasios que hacen campaña a favor de la abolición de la pena capital sostienen que el aumento de las condenas a muerte demuestra que estas sirven de muy poco para combatir el creciente tráfico de droga en Malasia, cuya Policía que descubre menos del 8 por ciento de la que se produce en el país o llega del exterior.