Como si de humanos se trataran, una treintena de llamas, una variedad de camélidos sudamericanos, han “ofrecido” sus vientres en alquiler para mejorar genéticamente la raza de las alpacas, sus “primas hermanas”.

Con el objeto de reducir la alta tasa de mortalidad y devolver la pureza racial a las alpacas, varios embriones de estos camélidos fueron trasladados a vientres de llamas, animales más grandes y más robustos, en un proyecto pionero del Instituto Nacional de Innovación Agraria, según dijo a Efe su jefe, César Paredes.

Fue así que, tras varios años de laborioso trabajo, los científicos comprobaron que las alpacas, principal sustento económico de las familias de los altos Andes peruanos, habían nacido con mayor capacidad para soportar el cambio climático.

Pero, además, las crías, que recientemente fueron puestas en libertad, habían desarrollado un mejor pelaje, ya de por sí codiciado en los mercados nacionales e internacionales.

Y es que según señaló el también ingeniero, no es lo mismo crecer en la cavidad de uno u otro camélido: el embrión tiene más espacio para desarrollarse en la barriga de la llama y recibe, además, más cantidad de alimento, lo que permite parir a una cría más resistente.

El experimento, que comenzó en 2005 y se prolongó hasta principios de 2009, se realizó en un centro de investigación ubicado a más de 4.200 metros de altitud, en la región sureña de Puno.