McArthur Wheeler estuvo a punto de dar su último golpe a plena luz del día en un banco de PIttsburgh, que para no ser visto por una cámara de seguridad utilizó una fórmula mágica: se recubrió el rostro con zumo de limón.

En el momento de la detención el delincuente se mostró sorprendido. No comprendía como podía ser reconocido si se había echado zumo por encima. Lo cuenta el periodista del «New York Times» en su blog.

Wheeler, que había estado haciendo pruebas en casa con la cámara del móvil, observó que efectivamente no se veía su rostro.

El misterio se sustentaba en el hecho de que al disparar la imagen, Wheeler no veía nada debido al escozor del zumo en los ojos y desvió el objetivo unos metros, de forma que su rostro no fue captado por el aparato.

Fuente: Abc.es