El es una enfermedad provocada por el SARS- Cov-2 y que afecta principalmente a los pulmones u otros órganos cuando el paciente tiene una enfermedad preexistente.

Este padecimiento ingresa por las vías respiratorias hasta llegar a los alveolos (donde se produce la oxigenación del organismo) para luego buscar la forma de reproducirse y provocar una infección.

Todos estamos expuestos a este padecimiento, aunque hay casos que nos producen dudas. Por ejemplo, si los fumadores no se encuentran más propensos a esta enfermedad.

Según el doctor Manuel Villarán, epidemiólogo e investigador de Auna- Oncosalud, es indispensable en primer lugar diferenciar entre el concepto de ‘contraer el virus por causa del cigarro’ y el de ‘hacer una enfermedad severa’ cuando un paciente fumador es portador del virus.

Hasta el momento según lo que sabemos del virus, el fumador puede estar en mayor riesgo de contraer el virus debido al acto que hace al fumar: realiza un movimiento repetitivo de la mano hacía la boca, lo cual está ampliamente contraindicado en el contexto de la COVID-19”, refiere el especialista.

En esa misma línea la OMS señala que tanto los cigarros convencionales y los vapeadores pueden conllevar el uso compartido de boquillas y mangueras, lo que facilita la transmisión de la COVID-19 en ambientes comunitarios y sociales.

En relación al riesgo de un fumador portador de COVID-19 de desarrollar enfermedad severa, el doctor refiere que existen publicaciones científicas que describen la teoría que justificaría este riesgo incrementado.

Se ha establecido que el receptor que permite el ingreso del SARS-CoV-2 a las células es el ACE2 (receptor que permite la entrada del coronavirus en las células). La información que se tiene es que aquellas personas que alguna vez fumaron o que son fumadores tienen una expresión más alta de ACE2 comparado con aquellos que nunca lo hicieron. Esto atribuye a que haya un mayor número de potenciales receptores del virus”, refiere el investigador.