La publicidad nos envuelve con los mejores productos, inmejorables, siempre más baratos que la competencia y que solo se puede aprovechar por única ocasión… y el cliente, aturdido, ansioso, curioso, entusiasmado por la ganga compra. Si la venta es directa podremos comprobar la calidad del producto, pero si lo hacemos a través de , la situación varía y jugamos a la ruleta rusa.

Las fotos de los catálogos nos muestran vestidos ceñidos, confeccionados con las mejores telas, decorados con las piedras más exquisitas y repleto de detalles que los hacen únicos. Compramos. Una ganga. Días después, cuando llega el producto, la emoción se transforma en frustración, tristeza, coraje. Luego el reclamo, la foto para denunciar la estafa y la imagen que se inmortaliza en la red, para beneplácito de los usuarios.

Las compras por Internet, para muchos, ha sido una completa insatisfacción. Se generó expectativa por un producto, pero la realidad demostró que todo era estafa. Esta galería de imágenes muestra diez casos de personas que recibieron alto totalmente diferente a lo que compraron.