El informó que una embarcación recorrerá diversos ríos de la Amazonia Peruana, en , para brindar servicios de prevención, diagnóstico y tratamiento del en las comunidades indígenas.

A bordo de la unidad fluvial “Angely del Amazonas”, profesionales de la salud y sus pares comunitarios realizarán el monitoreo y seguimiento de las acciones de diagnóstico y tratamiento oportuno que recibirán los integrantes de las comunidades de Tamshiyacu, Indiana, Mazan, Requena, Pebas, Santa Clotilde, Caballococha, Santa Rosa, situadas en frontera con Brasil y Colombia.

El director de Prevención y Control del VIH/Sida del Minsa, Carlos Benites Villafañe, destacó que, con esta iniciativa, se pondrá a disposición de la población amazónica, que vive en lugares de difícil acceso, las pruebas rápidas de VIH, las cuales son gratuitas, a fin de que reciban un diagnóstico oportuno y accedan al tratamiento antirretroviral (TARV), en caso el diagnóstico sea positivo.

“Loreto es la tercera región con casos de VIH en el Perú. Por ello, el Minsa agradece a AHF Perú por colaborar con los objetivos del sector Salud facilitando la embarcación para el traslado de los tratamientos adecuados de VIH y asegurar que lleguen en condiciones óptimas a las poblaciones más vulnerables del país”, indicó el funcionario.

Afirmó que dicho transporte fluvial constituye una herramienta fundamental al convertirse en nexo con las comunidades indígenas y acercar a ellas los sistemas de salud.

Actualmente, la Dirección Regional de Salud Loreto brinda tratamiento gratuito a 2.638 pacientes que son atendidos en 16 establecimientos de salud, entre ellos el Hospital Regional de Loreto, el hospital Iquitos y el CERITS San Juan y en otros ubicados en las ciudades de Nauta, Requena, Caballococha, Contamana, Santa Clotilde, Yurimaguas, y en el Datem del Marañón. Además, en la ONG Selva Amazónica y AHF Perú.

El Minsa recordó que diversos estudios señalan que los casos de VIH en la población indígena amazónica se han incrementado y su impacto es mayor debido a los pocos conocimientos que tienen sus integrantes sobre este mal y las barreras culturales y lingüísticas aún existentes.

A ello se suma la escasa aceptación de los métodos de prevención conocidos y por el contacto cada vez más frecuente con las zonas urbanas, entre otros factores de riesgo.