En su primera declaración, el agente de la DINOES contó que el viernes 13 de abril Vilca recibió un balazo con entrada y salida en la pierna izquierda, que le provocó un corte de aproximadamente 18 centímetros.

Al día siguiente, Astuquillca llevó a Vilca, quien estaba convulsionando, a un monte, en donde pernoctaron. “Estaba pálido y frío. Le dije que le daría calor y dormimos abrazados. Así pasamos la noche”, señaló.

El 15 de abril Astuquillca fue herido de bala en un pie y brazo durante un enfrentamiento con los senderistas. “Él (Vilca) me contestó: ‘¡Escápate!’. Caí boca abajo. Ahí fue donde perdí contacto con mi promoción Vilca”, contó.

“No creo que Vilca pueda estar con vida porque me imagino que ha sido rematado por los delincuentes terroristas. Además, la última vez que lo vi, se encontraba moribundo. Había convulsionado varias veces, estaba pálido y las encías las tenía blancas”, agregó.

COMÍA HONGOS Y TOMABA AGUA DE LLUVIA

Ante las autoridades de Kiteni, Astuquillca indicó que caminó varios días y que comió hongos de troncos, plátanos, tomaba agua de río, toronjas, etc. Además encontró más de una casa abandonada con escasa comida.

Por fin el sábado 28 halló a una señora, quien le dijo que se encontraba en Alto Lagunas. Posteriormente, encontró a una pareja de esposos. Ellos lo llevaron a su casa, lavaron sus heridas y lo alimentaron.

Allí se dieron cuenta de que era uno de los policías perdidos durante el rescate de los 36 rehenes de Camisea. Al día siguiente partieron rumbo a la localidad de Kiteni, en donde fue atendido en la posta de salud.