Los serenos se acercaron rápidamente creyendo que la jovencita era víctima de abuso sexual, pero fue aclarado por ella, quien dijo que era todo con su consentimiento. Ambos presentaban signos de ebriedad.

La joven se negó a poner alguna denuncia. Los serenos se limitaron a disuadir a la pareja para que se fueran del lugar para tranquilidad de los vecinos.

Este hecho generó la indignación de los pobladores, quienes alertaron de que en esa zona se registran también asaltos y peleas entre pandillas.

Los jóvenes se defendieron asegurando no estar conscientes de sus actos, debido al estado etílico en el que se encontraban.

Los serenos contaron que en el lugar había otro joven, con el cual, la mujer, presuntamente, iba también a sostener intimidad. Esto no fue confirmado por la policía.