Según comprobó un equipo de expertos, la momia se trataría de un personaje adulto femenino, con un rango de jerarquía medio, debido a la cantidad de fardos que la cubrían (cuatro capas además de textiles en la cabeza).

“Tiene un nivel diferenciado, no es una pobladora sencilla. (…) Tendría cierta prestancia”, declaró a la Agencia Andina el arqueólogo Walter Tosso, jefe del proyecto arqueológico Pisquillo-Las Shicras, quien supervisó de cerca todo el proceso de desenfardo.

Dijo, además, que “La Chata”, como fue bautizada cariñosamente la momia, fue un entierro de la cultura Chancay de tipo secundario; es decir, que la trasladaron al lugar donde fue hallada después de haber sido enterrada en otro sitio, lo que se dedujo por la ausencia de algunas partes del cuerpo.

Adicionalmente, los expertos se sorprendieron por algo que no sospechaban encontrar. “Dentro del cráneo encontramos un elemento que no imaginamos, porque no había registro de restos orgánicos interiores; pero al revisar la mandíbula tenía la huella de la lengua”, indicó Tosso.

Junto con el de “La Chata” hubo un segundo entierro, también sometido al desenfardo. Se trataba de un niña (inicialmente se pensaba que era niño) de 3 a 4 años de edad, que fue bautizada por los arqueólogos como “Chiqui”. Un tercer entierro, que pertenecería a un adulto, será intervenido próximamente.

Fuente: Andina