Documentos presentados por Hildebrandt en sus trece revelan la improvisación y la falta de recursos que signan la gestión militar en el VRAEM.

Se trata de un comandante del Ejército que es obligado a desplazarse con decenas de hombres a Vilcabamba y en las condiciones más precarias.

El comandante, de nombre Luis Lozano Castilla, pide, con toda razón, un presupuesto. Le dicen que no hay plata. Lo presionan. Al final, según su relato, marcha a Vilcabamba sin equipamiento y ni siquiera rancho suficientes. Marcha con plata prestada y que no sirve sino para alquilar vehículos, según las instrucciones que recibe.

Luego, de acuerdo al semanario, el comandante llega a Vilcabamba y se da cuenta de que no tiene ni siquiera dónde alojar a sus tropas. Protesta pero no le hacen caso. También, el oficial tiene a un tercio de su personal tan descontento que teme que deserten en cualquier momento.

Además, el comandante sabe que entre la tropa y la suboficialidad hay reos condenados por la justicia militar que han sido liberados por la emergencia.