La intervino una vivienda en la que funcionaba una panadería clandestina donde se elaboraban turrones artesanales, además de cachangas, bombitas y otros dulces tradicionales que se vendían las calles del centro.

En dicha vivienda se observó cómo estos alimentos eran almacenados en cajas de madera con bordes grasientos, se vio además bandejas oxidadas, instrumentos de cocina en deplorables condiciones en una infraestructura inadecuada, con ropa y calzado en los ambientes de preparación.

“Toda la Infraestructura está deteriorada, la campana extractora y las cocinas están llenas de grasa, cocinan en pailas grasientas, deterioradas. No tenemos idea de cuáles son sus insumos para producir la masa que la hacen en una superficie microporosa que genera bacterias y hongos, como se ve”, expresó Dora Asenjo, jefa del Departamento de Vigilancia Sanitaria del municipio.

La Gerencia de Fiscalización y Control decomisó ollas, moldes, pocillos, cocinas y maderas con que se horneaban los productos, además de las masas de harina y colorantes, entre otros insumos comestibles en mal estado de esta panadería en la zona conocida como Palermo.

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