Lo buscaron 29 días, pero lo encontraron muerto y sepultado en un lugar desolado. Una familia que con desesperación trataba de encontrar el paradero de un joven de 21 años, se topó con el más macabro de los desenlaces.

El cuerpo de Gerardo Castillo Moya fue ubicado en un cerro en el límite entre Santiago de Surco y Chorrillos. Quien le arrebató la vida, intentó desaparecer las huellas y ocultó el cadáver.

El 4 de octubre, Castillo salió de su casa con destino a su trabajo en San Juan de Lurigancho. Cumplió sus labores y volvió a la zona de Sagitario, donde residía. Allí fue visto por última vez. Unos jóvenes hicieron el fatal descubrimiento en el sector posterior al cementerio de la Policía.