“¿Por qué los limeños, y buena parte de los peruanos, están dispuestos a elegir a candidatos comprometidos en actos de corrupción? ¿Por qué hay un 49% de limeños que votará por Luis Castañeda aunque está convencido de que les va a robar?”, se preguntó.
En su columna en el diario ‘El Comercio’, recordó que el fenómeno de la tolerancia con la corrupción no es nuevo y se hizo evidente cuando Alan García fue elegido por segunda vez presidente del Perú, “a pesar de haber encabezado uno de los gobiernos más corruptos de nuestra historia”.
“Alan García, en el 2006, pedía una oportunidad para reivindicarse del desastre de su primer gobierno, con el mismo desparpajo con el que hoy Luis Castañeda intenta zafarse de la responsabilidad de Comunicore alegando que la justicia no lo encuentra responsable de una operación fraudulenta y escandalosa por la que están procesados buena parte de sus colaboradores más cercanos en la Municipalidad de Lima”, anotó.
Indicó que en la actualidad existe un tipo de político que no solo no asume ninguna responsabilidad frente a los hechos que se le imputan, sino que “le da lo mismo” el daño moral que se hace a la sociedad cuando se pasan por agua tibia escándalos, robos y enriquecimientos ilícitos evidentes.
“Actúan como si no fuera su responsabilidad haber trabajado con funcionarios elegidos por ellos que terminaron robando, y, lo que es peor, están dispuestos a cargar con el sambenito de ’roba pero hace obra’ siempre y cuando eso no les reste votos”, expresó.
En ese sentido, Patricia del Río remarcó que tenemos un “electorado deprimido” y “desesperanzado” que ya se resignó a que le roben, que siente que no tiene opciones y que, como todos le parecen unos ladrones, “vota por el ladrón más eficiente”.
“Mucho más dramático es esa tranquilidad con la que los políticos reciben ese voto desmoralizado. Esa comodidad con la que están dispuestos a ser elegidos por quienes los consideran unos corruptos. Ese cinismo con el que encaran una realidad espeluznante que lejos de intentar cambiarla, la afrontan con un comodísimo: ‘Sí, pues, choro soy… y no me compadezcan. Eso sí voten por mí’”, finalizó.