A pocos días de conocerse públicamente el caso de , , surge un hecho similar, se trata de una adolescente de 16 años de edad que ingresó al hospital Aurelio Díaz Ufano, en San Juan de Lurigancho, y después de una semana pasó al Guillermo Almenara donde se le hizo un procedimiento similar.

Luis Yarlequé y Sarita de Paz contaron a América Noticias que hace dos meses llevaron a su hija al hospital con un cuadro de fiebre y dolor corporal. Cuando llegaron nadie los atendió y más de 12 horas después la internaron.

inicia el calvario

Pasaron varios días y los médicos no les dijeron nada, relatan además que cada especialista que revisaba a su hija le cambiaba de medicamento. Cuatro días después, el señor Yarlequé se dio cuenta que uno de los dedos de la menor estaba morado.

“Cuando les preguntamos por el dedo nos dijeron que no sabían, que seguro se había golpeado”, dijo la madre de la joven. Finalmente, los médicos descubrieron cuál era la razón de la fiebre que presentaba: brucelosis o fiebre de malta, una enfermedad provocada por la ingesta de lacteos.

Los padres de la joven aseguran que luego de un tratamiento para la brucelosis le dieron de alta, a pesar que seguía con los mismos síntomas.

“Papá, no me dejes morir”

Hace dos semanas, la menor no soportó más. No podía caminar, ni pararse. Tenía los manos y pies hinchados y fue conducida al hospital Guillermo Almenara, donde la desahuciaron.

“Cuando la doctora vio a mi hija movió la cabeza. La pasaron a trauma shock. Ahí me dijeron que estaba delicada y que sus manos y pies estaba necrosiados. Nos dijeron que teníamos dos opciones: amputar o llevarla a su casa”, dijo entre lágrimas Sarita de Paz, recordando que se negaron a las dos opciones.

Cinco días después tuvieron que ceder ante el pedido de su hija. “Mi hijita me dijo: No importa papá, córtame los bracitos pero no me dejes morir”, recordó Luis Yarlequé.

Luego de la operación, los padres de esta menor de 16 años exigen que les digan en qué momento su hija empeoró su salud a tal grado de que la amputación era la única forma de salvarle la vida. Ellos creen que no hubo una buena atención en el primer hospital y eso originó el otro cuadro médico.

“Yo le he dicho que le voy a comprar sus bracitos. Me dice que no importa, que estará bien y saldremos adelante”, dijo el padre acongojado.

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