“Cuando me di cuenta la punta del cuchillo ya estaba en su cuello, me desesperé y me dijo ’ayúdame’”, refirió Pacasi a la Policía, minutos después de haber confesado su horrendo crimen.

Con total sangre fría, el asesino de Zelada contó que después de este hecho trató de ayudarla colocando su mano en la herida para evitar que se desangre.

“Puse mi mano en su cuello para taparle la herida, ella dijo que me amaba. Sentí que me hirió en esos momento porque yo quería que me lo dijera antes. Sus palabras solo incrementaron mi cólera”, indicó.

Antes de fugar de la escena del crimen, Pacasi confesó que le hizo escuchar la canción que ambos amaban.