“Estoy convencida de que no puedo aspirar a nada. Ya no pienso en estudiar nada. No pienso en si quiero o no tener hijos. No pienso en viajar a ningún lado. No pienso en casarme. No pienso en volver a ver a Lola o a Cocó. No pienso en vivir alguna vez con mi papá”, indicó Eva Bracamonte, quien pasa por un momento de depresión.

“Cuando uno llega aquí, llega con miedo, pero también con la esperanza intacta, convencido de que este mal rato no durará más que unos pocos meses”, consideró la joven cuando inició el juicio en su contra por la muerte de su madre, Myriam Fefer.

Asimismo, pensó en algún momento que no iba a pasar más de dos o 3 años en la cárcel. “Yo tuve muy mala suerte, y durante esos tres años pasé casi de todo: mil veces tuve que escuchar las risas sarcásticas en plena audiencia de una jueza homofóbica (…) Tuve que responder a un “psiquiatra” del Ministerio Público con cara de pervertido cientos de preguntas sobre mi comportamiento sexual, para que así la jueza “midiera” mi proclividad a cometer delitos”.

“Esos tres años de encierro y abusos constantes siempre hacían que desee con todas mis fuerzas que empiece el juicio. No importa. Pronto va a empezar el juicio y ahí todo es diferente, voy a poder defenderme, conocer a los magistrados, verlos a la cara y explicarles todo”, escribió en un relato publicado en la revista Caretas.