Eva Bracamonte narra en su cuarta entrega de lo que para ella fue “el final de la vida como la conocía”, cuando se enteró de su captura por el asesinato de su madre Myriam Fefer. La joven mantuvo dos conversaciones que marcaron su vida totalmente.

La primera conversación fue con su abogado, Julio Rodríguez, quien la llamó para informarle de la orden del juez, y la segunda llamada que realizó fue a Liliana Castro para prevenirla del hecho.

“Estas dos conversaciones marcaron el final de mi vida como la conocía. Fue automático: en el instante en que Julio me dijo lo que había pasado supe que todo lo que veía por encima del montecito de pasto ya no era ni iba a ser nunca más mi vida, entendía y no entendía que mi vida hasta donde la conocía había terminado por completo”, escribió.

Asimismo, contó que Liliana Castro y ella estaban seguras de que nunca iban a ir a la cárcel, “porque éramos inocentes”, dijo. “Así de simple nos parecía: éramos inocentes y a la gente que no ha hecho nada malo no la meten a la cárcel”, sumó.

“Que la clase que veía metros más allá ya no era mi clase, que mis compañeros ya no eran mis compañeros, que ya no era como ellos, ni como ninguna de las personas que veía. Desde ese momento era una persona buscada por la justicia, una detenida”, señaló Eva.

“Me quedé unos segundos tratando de asimilar lo que acababa de pasar, lo que estaba pasando y lo que iba a pasar después. No podía”, expresó en su carta publicada en la revista Caretas.