El 19 de enero del 2011 salía publicada en el diario ‘El Peruano’ la resolución que otorgaba el indulto humanitario a José Hebert Canta Chiroque, quien padecía de tuberculosis terminal y purgaba prisión en el penal de Lurigancho.

Sus familiares, que llevaban tres años clamando esta gracia presidencial, se enteraron de lo que pudo haber sido una buena noticia cuando velaban sus restos. El mismo día en que fue publicado el perdón, firmado por Alan García y su ministra de Justicia, Rosario Fernández, José Canta moría entre rejas.

“Era la segunda vez que habíamos pedido el indulto. Yo toqué muchas puertas y mostraba las fotos de mi hijo en estado cadavérico para que se compadecieran, pero nada, esperaron a que muriera por una condena injusta”, dijo la madre de José al semanario ‘Hildebrandt en sus Trece’.

El director del penal de Lurigancho, Tomas Garay, señaló que hay por lo menos 100 con enfermedades graves y VIH. Además, sostuvo que hay varios enfermos mentales (quienes también son candidatos para solicitar un indulto) que purgan condena en ese centro penitenciario.

De acuerdo con información proveniente del Instituto Nacional Penitenciario (INPE), a diciembre del 2011, había 64 presos con enfermedades en estado terminal que esperaban un indulto.