“(Lima) era, como muchas otras ciudades del mundo, reino de pestes y paraíso bacteriológico. (…) A comienzos del siglo XX aun había riachuelos de caca al lado de ciertas vecindades distinguidas. Eso se superó después pero con sentido de clase: A los pobres se les condenó, por muchos años, a la humillación de convivir con sus navegantes excretas. ‘Ríos, quebradas: Es mi Perú’, decía el valse”, escribió el periodista.
Fiel a su estilo, el hombre de prensa opinó que Lima no es horrible, sino que es “espantosa”. “Es una de las aglomeraciones más groseras de gente, uno de los monumentos más enérgicos que el mal gusto haya podido construir. Lima es el caos mejor organizado del planeta”, agregó.
“Es la ciudad que me apena porque la conocí cuando no era esta puta gorda que es hoy. Es la ciudad que amo porque en ella nací y aquí se quedarán mis huesos. Es la ciudad que desprecio porque conozco sus vicios, sus hipocresías, su doblez. (…) Es mi ciudad pero me es ajena. La amo a disgusto y he dejado de intentar entenderla. Es un monstruo. Es una madrastra. Es una mierda inconfundiblemente nuestra”, puntualizó.