Tiene 45 años y una fuerza de voluntad tan grande como su corazón, María Torero no tiene riquezas pero es la encargada de sostener a 170 gatos, todos condenados a muerte.

Ella es la directora de Casa Gatuna, un hospital de gatos con leucemia que busca, a través de donaciones, darle una mejor calidad de vida a los desahuciados mininos.

María, quien alberga a estos felinos en un ambiente especial ubicado en el tercer piso de su casa, se levanta a diario para atender a sus “hijos gatunos”. Ella los revisa, analiza con cuidado el avance de su enfermedad. También los alimenta y limpia sus desperdicios; todo este trabajo lo hace “con mucho amor y sin esperar alguna recompensa”.

“Yo tengo un corazón tan grande que no puedo dejarlos, me dan mucha pena. Lo único que hago es atenderlos hasta que llegue el día de su muerte y yo me quede sola, sin ninguno”, refirió a Peru.com.

“Gracias a Dios tengo dos chicos sensacionales que me ayudan desinteresadamente. Ellos vienen a limpiar y aman a los gatos tanto como yo”, sostiene al mencionar a Cielo y Nicolás, los dos voluntarios que la acompañan en esta labor.