El mototaxista Bryan Romero (20) confesó ante la Policía que secuestró y estranguló a su exenamorada Ruth Thalía Sayas porque ella se negó a darle la clave de la tarjeta bancaria del dinero que recibió.

El diario ‘Ojo’ informó que según las autoridades policiales, en su declaración el acusado se mostró nervioso y se contradecía en sus versiones, aduciendo en algunos momentos que no se acuerda porque estaba ebrio cuando sucedieron los hechos.

Los detectives esperan los resultados de la necropsia para comprobar si la joven fue víctima de violación sexual, como se presume.

El asesino confeso – indican – ha dicho que la noche del pasado 11 de septiembre interceptó a su expareja en el paradero, cuando retornaba de sus clases en la Universidad Peruana de Ciencias e Informática (UPCI), para exigirle que le entregue el dinero pactado por su participación en El valor de la verdad, en el que dijo se hizo pasar como si fuera su enamorado, cuando ya no lo era desde hace un año.

De acuerdo a su declaración, a las 11 de la noche del 11 de septiembre en complicidad de su tío, Redy Leyva, interceptó y cogió por la fuerza a su expareja para introducirla a la mototaxi.

Un pariente de 14 años de edad actuó como campana, es decir pasó la voz apenas bajó la joven del micro, para dirigirse a su casa como todos los días solía hacerlo. Dijo que tras secuestrarla, la llevó a un lugar desolado, donde en un primer momento habría exigido a Ruth Thalía beber licor, a lo que la joven se habría resistido. Ello también quedará demostrado en la necropsia.

También ha confesado que luego la obligó a que le revele la clave de la tarjeta bancaria del dinero que le entregaron, pero ella en todo momento se negó y fue entonces que la golpeó brutalmente a punta de cachetadas y puñetes. Luego, agregó, en su desesperación por los gritos aterradores de la joven, la asfixió cogiéndola por la fuerza con su brazo.

“Le propiné cachetadas, puñetes, la cogí del cuello con mi brazo exigiéndole que me diga la clave de la tarjeta y de pronto sentí que ya no respiraba. Se me pasó la mano, sólo quería asustarla”, reveló con pasmosa sangre fría, aceptando su delito.

Agregó que después, en su moto junto a su tío, se dirigió a un bar a seguir bebiendo licor. En efecto, algunos testigos contaron a la policía que vieron el cuerpo de una muchacha en la moto del homicida.

Dijo que al transcurrir otros dos días, pensando cómo deshacerse del cuerpo y buscando un lugar, la trasladó en su moto, con ayuda del tío, a un predio de Las Viñas de media luna, en Jicamarca, y allí la enterró.