Desde joven quiso ser un profesional, pero por diversos motivos postergó sus estudios para trabajar de estibador en el mercado mayorista y después en el hospital Víctor Larco Herrera al cuidado de las áreas verdes y el vivero.

La muerte de su esposa, tras 56 años de feliz matrimonio, sumió a don Alejo en la profunda tristeza y desde entonces, para buscar consuelo, se empeñó en hacer realidad su sueño de contar con una carrera profesional en una especialidad relacionada con la electrónica, su gran pasión.

“Perdí a mi esposa después de 56 años de matrimonio y ya no tenía con quién conversar. Por eso, con el apoyo de mis hijos decidí estudiar en el instituto cercano a mi casa. Me preparé, postulé e ingresé”, relata.

Alejo Hermógenes Ruiz Rubio, a sus 89 años, acaba de graduarse de electrotécnico industrial, entre los mejores de su promoción, en el Instituto de Educación Superior Tecnológico Público Julio César Tello, de Villa El Salvador.

Rumbo a La Agraria

Pero no satisfecho con ello, hoy don Alejo se apresta a postular a la Universidad Nacional Agraria La Molina, este 8 de marzo, para plasmar su segundo sueño: ser ingeniero agrónomo.

Esta vocación fue descubierta en el hospital Larco Herrera, donde estuvo al cuidado de más de 1, 000 plantaciones de plátanos. “También cultivé yuca, palta, tomate, zapallo, choclo”, recuerda.

Tiene cinco hijos, dos varones y tres mujeres, todos profesionales. A ellos pudo motivarlos para culminar sus estudios en diversas universidades. La hija mayor, Elena, es ingeniera geógrafa, con especialidad en Cartografía, egresada de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, y los demás son docentes formados en la Universidad Nacional Enrique Guzmán y Valle (La Cantuta).

	Anciano se graduó a los 89 años y ahora va por otra meta: ser ingeniero agrónomo. (Foto: <code>drelm_lima)
Anciano se graduó a los 89 años y ahora va por otra meta: ser ingeniero agrónomo. (Foto: @drelm_lima)

Don Alejo

Pero la motivación por los estudios en ellos no cesa. Elena, quien empezó a estudiar en el mismo periodo que su padre, acaba de graduarse, en segunda carrera, en Computación e Informática en el ISTP Arturo Sabroso Montoya.

Otra de sus hijas, Yraida, quien cuida de él, también se da tiempo para estudiar, cursa el quinto ciclo en una reconocida universidad privada de la capital, y uno de sus hijos sigue una segunda carrera en la Universidad La Cantuta, cursa el segundo año en matemática.

Sus doce nietos, diez de ellos universitarios, gozan del éxito de su abuelo y del ejemplo que les deja. Don Alejo dice que darles alegría a sus nietos es una ayuda para ellos. “Uno se siente con más ganas de avanzar para que ellos sigan adelante”, agrega.

Desde Santiago de Chuco, su tierra natal, llegó a Lima muy joven y estudió la secundaria con mucho esfuerzo en un colegio de La Victoria. Nunca tuvo miedo estudiar, y no se explica por qué los jóvenes tienen miedo a los estudios.

Quiere ser universitario, pero aspira llegar a la universidad no solo para cumplir, sino también para apoyar a los jóvenes y darles el ejemplo de perseverancia.

“El estudio es un gran amigo, nunca nos defraudará”, reflexiona. Y pide a todos: “No abandonen a los escolares de quinto año de media”.