Se considera que cuanto más simétrica es una cara, más atractiva resulta. Pero si tuviéramos la posibilidad de configurarnos rostros ideales, quizá no resulta tan fácil elegir qué lado querríamos duplicar, a tenor de los resultados del experimento de Beck.

Los mismos modelos, al ver las versiones ‘perfectas’ de sí mismos, se quedaron “sorprendidos” y “desilusionados”. “Me sorprendió la diferencia entre los rasgos de cada una de las mitades”, comentó su trabajo el mismo fotógrafo.