En México fue necesaria la presencia de “Cristo” para que las personas que ocupaban, sin necesitarlo, el asiento reservado del metro del D.F se pusieran de pie y los cedieran a quiénes realmente, y por ley, les corresponde.

El movimiento “Los Supercívicos” creó una parodia donde un hombre disfrazado de Jesús subía a los buses públicos y tras una breve oración “curaba” a todos aquellos que estaban sentados en estos asientos rojos, colocados exclusivamente para personas con discapacidad, mujeres embarazadas o con hijos pequeños y ancianos.

Así, hicieron que el mismísimo hijo de Dios realizara el milagro de “sanar” a las personas infractoras para que pudieran levantarse y andar.

Esta agrupación está integrada por jóvenes que utilizan la comedia como arma para denunciar las faltas cívicas.