El cónclave que convirtió a Joseph Ratzinger en Benedicto XVI no se desarrolló como se pensó en su momento. La principal alternativa a Ratzinger no fue el cardenal jesuita Carlo Maria Martini, sino otro jesuita, el argentino Jorge Mario Bergoglio, quien finalmente se atemorizó y renunció.

Limes, una prestigiosa revista italiana de información geopolítica, publicó un documento insólito: el supuesto diario que un cardenal redactó durante el cónclave del 2005.

La revista mantuvo en el anonimato la identidad del cardenal, por razones obvias, pero avaló la autenticidad del diario.

El diario ofrecía algunas anécdotas, pero más significativas resultaban las quejas planteadas por un grupo de cardenales contra el “conflicto de intereses” de Joseph Ratzinger.

Lo esencial del documento era, en cualquier caso, el relato de la singular competición mantenida entre Ratzinger y el cardenal arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio.

En la primera votación, la de tanteo, Ratzinger obtuvo 47 votos. El segundo clasificado resultó Bergoglio, un jesuita ortodoxo en cuestiones dogmáticas pero flexible en materia de ética sexual.

En las siguientes votaciones, celebrada el 18 de abril, Ratzinger subió a 65 y Bergoglio, a 35. El cardenal Martini se sentía optimista ante la evidencia de que Ratzinger no conseguía reunir los dos tercios necesarios. En la tercera votación, antes del almuerzo, Ratzinger 72, Bergoglio 40.

A esto, observadores más atentos percibían que era Bergoglio quien, con alusiones bastante claras, daba a entender que no se sentía preparado para seguir manteniendo el pulso o, en caso extremo, de asumir el pontificado. Bergoglio tenía miedo.

En la cuarta y definitiva votación, Ratzinger alcanzó una mayoría suficiente, con 84 votos, y Bergoglio bajó a 26.

“En la Sixtina hubo un instante de silencio seguido de un largo y cordial aplauso”, dice el diario.

Al término del cónclave, el cardenal Daneels, el único que lamentó en público la elección de Ratzinger, pronunció una frase que ahora cobra todo su significado: “Aún no ha llegado el momento de elegir a un Papa hispanoamericano”.

Fuente: El País