juraba que amaba a Autin, su hijo autista de 19 años, pero el pasado 29 de agosto fue encontrada tendida en un campo abierto en el condado de Polk, Missouri () gritando su muerte. Algunos metros más allá, la Policía encontró el cadáver del joven: estaba deshidratado y su pañal a punto de reventar. No había duda: su madre había provocado su muerte.

espeluznante confesión

Fue el oficial Billy Simpson, quien patrullando la zona encontró a Kimberly Lightwine. Ella estaba tendida boca abajo en el césped. Algo increíble porque hacía 32 grados centígrados ese día y toda la semana los termómetros marcaron temperaturas superiores. ¿Qué hacía ahí?

La respuesta sería terrible, pues al darle un poco de agua y socorrerla, el agente escuchó algo terrible: “Dios y yo trajimos a este mundo a Autin y ahora él debía llevárselo”. “Billy, maté a mi hijo. Billy, maté a mi hijo”, remató.

En efecto, al caminar unos metros, el agewnte Simpson encontró el cadáver de Autin.

Según reveló después, Autin necesitaba medicación especial y aunque era todo un joven su edad mental era de 7 años. Además no podía valerse por sí solo, ni comer, ni cambiarse los pañales. ¡Nada! por si fuera poco necesitaba dosis diarias de hidrocortisona. Sin ella, caería en coma y moriría.

El 27 de agosto, madre e hijo fueron a dar un paseo. Antes de subir al auto, Kimberly Lightwine había ingerido metanfetaminas. Ahí en el campo, enloqueció y trató de abandonar a su hijo. Pero él se aferró a ella.

Ella quería verlo morir. “Deja que Dios te lleve. Deja que lo haga”, le repetía; mientras él, trataba de perseguirla para abrazarla. “Me gritaba que lo recoja, que lo lleve a casa. Pero no hice caso”, dijo. Contó además que en medio de esas peleas perdió el conocimiento y no recuerda más.

terrible muerte

La autopsia practicada a Autin reveló que tenía una glándula suprarrenal colapsada y otra arrugada. Esas glándulas producen y liberan a las hormonas cortisol y aldosterona, lo que ayuda a manejar los niveles de azúcar en sangre y el* balance de agua y sal en el cuerpo*.

¡A la cárce!

Kimberly Lightwine dijo no saber por qué había asesinado a su hijo. “No sé por qué lo hice. Estaba muy drogada y deprimida, y lo maté. Me quedé pensando en que Dios lo liberaría de todo el dolor y la miseria”, indicó.

Cuando la policía le preguntó por qué quiso que eso pasara, respondió: “Porque soy una madre mala y destructiva”.

“Es mi culpa, y debería imputarme por homicidio ahora mismo por la muerte de mi hijo, y no estoy bromeando. Debería acusarme. Debería acusarme por asesinato. Ese chico no estaría muerto ahora si no fuera por mí”, replicó.

Ahora, la “madre asesina” como la llaman enfrenta entre 10 y 30 años de prisión por asesinato, más 20 por abuso.

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