Mientras , una joven de 25 años, se enteraba que su vida pendía de un hilo, se asentaba en su nueva oficina como oficial de Justicia en Frankfort, Illinois (USA). Era junio del 2015 y ambos no se conocían, pero el destino les tenía reservada una sorpresa: una increíble historia de amor que surgió gracias a un trasplante de hígado.

Resulta que Heather Krueger padecía de una terrible enfermedad del hígado que le diagnosticaron en marzo del 2014 pero en junio del siguiente año su salud empeoró y el médico le dijo que le quedaba poco tiempo. “Sin un trasplante iba vivir máximo 5 meses”, dijo a ABC.

Pasó el tiempo y se puso en la lista de espera, pero nada. No había donantes. Los pocos que se testeaban no eran compatibles con ella. Estaba asustada.

Al otro lado de la ciudad estaba Chris Dempsey, un rudo exmarine generoso que siempre ayudaba al prójimo. Un día mientras comía escuchó la triste historia de un compañero. Su sobrina estaba grave, iba morir porque no había nadie que le donara un hígado… Así, sin más ni más, se ofreció de donante.

“Pasé cuatro años en el Cuerpo de Marines y aprendí que nunca había que huir de nada. Así que me dije ‘Hey, si puedo ayudar, voy a ayudar’. Todo dependía de mí… Al principio, mi madre estaba nerviosa por mí. Algunas personas no entendían por qué haría eso por un extraño, pero cuando pasaba el tiempo, la gente cambió de parecer y coincidió en que era algo bueno lo que hacía”, explicó

Unos pocos días después de que los resultados de prueba salieron positivos y se probara la compatibilidad de ambos, Chris invitó a almorzar a Heather para explicarle cómo sería el proceso. Además de donarle la mitad de su hígado, le contó que él, con su club de motociclistas, iban a realizar una colecta para que pudiera comprar los medicamentos.

A medida que la cirugía se acercaba, ambos se volvieron amigos y se enamoraron, pero no querían aceptarlo. Una noche de diciembre, Dempsey llevó a Krueger a lo más alto del Edificio Hancock, tuvieron una velada romántica y se arrodilló. Ese mes se casaron.