El anciano quiere evitar así que sus sobrinos, con los que mantiene una disputa, hereden su casa, según reveló al diario uruguayo El País.
La vivienda, valorada en 20.000 dólares, pasará a ser de propiedad municipal tras el fallecimiento de su propietario, que a cambio recibirá un espacio en el camposanto, cercano a los restos de sus familiares difuntos.
El anciano ha comenzado a acondicionar el nicho y aseguró que saber que dispone de un lugar donde descansar tras su muerte le aporta “tranquilidad” para los últimos años de su vida.
Fuente: EFE/ diario uruguayo El País