La explosión del fue una de las tragedias espaciales más impactantes de la historia porque mató a toda una tripulación y fue transmitida en directo por la televisión para todo .

Operativo desde 1983, el Challenger había cumplido 9 vuelos con éxito cuando el 28 de enero de 1986 se disponía a emprender el décimo. Así el 28 de enero de 1986 marcó un antes y un después en las misiones espaciales y en las aspiraciones de la NASA en enviar civiles al espacio.

Transcurridos 73 segundos desde su despegue el transbordador estalló ante la mirada aterrada de los testigos. Siete tripulantes del Challenger, entre ellos la profesora Christa McAuliffe, la primera civil seleccionada para viajar al espacio, murieron. El impacto fue enorme y dejó paralizados a los espectadores en sus casas y al personal de la NASA y familiares de los astronautas que habían ido a la base a ver el despegue.

Las grabaciones de aquella época que se enfocaron en los testigos del despegue mostraron que en un primer instante de la explosión, la gente empezó aplaudir, creyendo que esta era parte del proceso, pero no era así.

En los aires, tras la primera explosión, la cabina resultó intacta y cayó al océano. Al menos tres de sus ocupantes permanecieron conscientes tras la explosión, y el resto perdió el conocimiento debido a la falta de oxígeno.

Sin embargo, aquellos que habían sobrevivido a la explosión murieron cuando los pedazos del transbordador impactaron contra el agua a una velocidad de más de 340 kilómetros por hora. Según las estimaciones sus cuerpos se desintegraron.

Los tripulantes que murieron fueron Francis ‘Dick’ Scobee, Michael J. Smith, Ronald McNair, Ellison Onizuka, Gregory Jarvis, Judith Resnik y Christa Corrigan McAuliffe (maestra de ciencias sociales)