En el aspecto sentimental, y a juzgar por lo que cuenta la que fue su pareja durante varios años, no fue diferente, un creativo excepcional y un revolucionario en su campo, pero un hombre que no quiso reconocer la paternidad de la hija que tuvo con Chrisann Brennan, su novia durante los años universitarios.

Brennan, que conoció al fundador de la compañía de ordenadores más prestigiosa del mundo en 1972, acaba de publicar su propia versión del ‘modus operandi’ de Jobs, “The Bite in the Apple: A Memoir of My Life With Steve Jobs”, un retrato en el que el difunto empresario no sale muy bien parado.

Brennan asegura que ella fue la primera novia formal del creador del iPad y que tuvieron una relación llena de altibajos. Su embarazo, además, complicó las cosas aún más entre ambos.

Jobs llegó a hacerse una prueba de paternidad dos años después de que hubieran terminado, en 1979, y aún así siguió declarando que cualquiera en Estados Unidos podía ser el padre de esa niña.

Las pruebas de ADN demostraron que lo que dijo Brennan era cierto, que Lisa, hoy periodista educada en Harvard, era hija de Jobs. Aún así, el empresario no pasó de los 500 dólares al mes en manutención para su mujer y la pequeña mientras le quitaba hierro al asunto entre sus círculos más cercanos.

Por eso Brennan se vio obligada a trabajar como camarera para sacar a su hija adelante, cobrando los cheques de asistencia gubernamental para personas de bajos recursos mientras Jobs daba los primeros pasos hacia la construcción de su gran emporio.

En su biografía, Brennan explica que el californiano decidió mudarse a una casa con ella y con su mejor amigo, Daniel Kottke, para compensar los desequilibrios de su relación. “Creía que eso rompería la intensidad de lo que no funcionaba entre nosotros, aunque decidió que no compartiéramos la misma habitación en la casa. Eso me dolió”, narró.

Sin embargo, después de un mes de convivencia, Jobs decidió pasar cada noche con ella y trasladar todas sus pertenencias a la habitación de Brennan.

Pese a la falta de fluidez sentimental y el carácter obsesivo de Jobs, la que hoy es diseñadora gráfica y pintora asegura que el sexo fue “sublime”, unas noches de pasión por las que Jobs decidió agarrar el teléfono y llamar a Brennan, 15 años después, para darle las gracias.

Fuente: elmundo.es