El incidente que tuvo como protagonista al rey Juan Carlos se produjo el 29 de marzo de 1965. Juan Carlos jugaba con su hermano menor a gatillar una pistola aparentemente descargada; sin embargo, en el interior quedaba una bala.

De manera accidental, uno de los tiros de esta arma le impactó en el rostro a Alfonso de 15 años, quien murió en el acto. “Aquel día se me paró la vida”, contó la madre. Aquel episodio es conocido como “la leyenda negra de la monarquía”.

El comunicado oficial de la monarquía cambió de versión para proteger a su hijo. “Mientras su Alteza el Infante Alfonso limpiaba un revólver aquella noche con su hermano, se disparó un tiro que le alcanzó la frente y lo mató en pocos minutos. El accidente se produjo a las 20:30, después de que el Infante volviera del servicio religioso del Jueves Santo, en el transcurso del cual había recibido la santa comunión”, decía.

Un tiempo después se dio a conocer la verdad. “Apretó el gatillo sin saber que el arma estaba cargada”, fue una frase repetida una y otra vez por los allegados de la familia real.

Se cuenta que la culpa persiguió a Juan Carlos, aunque siempre evitó romper el silencio sobre ese día fatal. Su madre fue quien más sufrió, quien les había dado la pistola para que se entretuvieran un rato durante ese día de lluvia.

“Alfonso recibió sepultura en el cementerio de Cascais, al mediodía del sábado 31 de marzo de 1956. Juan Carlos asistió a la ceremonia vestido con el uniforme de oficial cadete de Zaragoza. Incapaz de soportar la presencia de su hijo mayor, Don Juan le ordenó que volviera a la Academia Militar. El general Martínez Campos y el comandante Emilio García Conde se habían presentado allí con un avión militar español en el que el Príncipe fue devuelto a Zaragoza”, escribe el historiador inglés Paul Preston sobre el episodio que el rey no puede olvidar.

Fuente: Infobae