Para ser elegido presidente es necesario obtener 270 votos electorales, es decir, una mayoría simple. Podría ocurrir que, como resultado de esta elección indirecta, cada candidato tuviera por igual 269 votos electorales.

La enmienda 12 de la Constitución que recoge el proceso de elección del presidente y el vicepresidente da la clave para resolver esta infrecuente, pero no imposible, situación de empate.

Si ningún candidato recibiera la mayoría de los votos electorales, es la Cámara de Representantes la que elegiría al presidente, pero con un procedimiento especial de voto.

A cada grupo de representantes de un mismo estado se le asignaría un sólo voto y los tres miembros del Distrito de Washington no participarían. El presidente se elegiría por mayoría simple, de manera que serían necesarios 26 de los 50 votos para ganar.

Si volvieran a quedar en tablas con 25 votos cada uno se tendría que repetir la votación las veces que fuera necesario, porque la Cámara no tiene normas de desempate.

Si la Cámara se mantuviera en su composición actual, Romney partiría con ventaja, porque los republicanos son mayoría en más estados que los demócratas.

Si la Cámara de Representantes no hubiera elegido al presidente para la fecha de la inauguración de su mandato, fijada para el 20 de enero, el vicepresidente electo haría las veces de presidente interino hasta que el desempate se resolviera en la Cámara.

En la historia de EE.UU., la Cámara de Representantes ha tenido que elegir sólo dos veces al presidente: en 1801 a Thomas Jefferson, que se enfrentaba a John Adams y Aaron Burr, y en 1825 a John Quincy Adams, que competía contra William Crawford y Andrew Jackson.

Fuente: EFE