La sonda Phoenix de la NASA hizo historia durante el año 2008 tras descubrir la existencia de agua en Marte.

Lo que ocurrió fue que su brazo robótico había tropezado con una dura capa de material congelado al perforar 5 cm de la superficie del planeta. La muestra permaneció dos días expuesta al ambiente marciano y empezó a evaporarse.

Nilton Renno, investigador de la Universidad de Arizona (EE.UU.), fue el primero en darse cuenta de que algo extraño se veía en las patas de la nave cuando las fotografías llegaron a la Tierra. Parecían estar cubiertas de granos húmedos.

El equipo de Renno ha realizado un experimento en cámaras especiales, unos cilindros de metal de dos metros de altura y metro y medio de largo donde se simulan las condiciones de humedad, temperatura y presión atmosférica marcianas.

De esta forma, llegaron a la conclusión de que, en efecto, cantidades de agua líquida podrían formarse sin problemas en ese mundo, pero no serían permanentes. Probablemente, durarían varias horas al día durante la primavera y principios de verano, en un ciclo de congelación y descongelación.

La clave para que esto suceda es un tipo de sal presente en el suelo de Marte, el percorato de calcio, una mezcla de calcio, cloro y oxígeno que se encuentra en lugares áridos como el desierto de Atacama en Chile y que puede derretir el hielo que toca con facilidad, como la sal que se esparce en las carreteras durante el invierno.

En el caso de esta sonda, Renno cree que los propulsores de aterrizaje de la nave afectaron a la capa superficial del suelo, dejando al descubierto el hielo, que se derritió. Esa agua salada fangosa salpicó las patas de la nave, que aterrizó en la región polar norte. Las sales permitieron que las gotas permanecieran en estado líquido. Su existencia y estabilidad, dice el científico, revelan un ciclo que no necesita la ayuda de una nave para que se produzca.

Fuente: ABC