El Salvador fue testigo este sábado 23 de mayo de la beatificación de monseñor Óscar Arnulfo Romero, después de un largo proceso promovido desde 1990, diez años después de su asesinato.

Aunque los salvadoreños ya arropan a Romero como un santo al que rezan por un país más justo y lo recuerdan en murales, estatuas y hasta llaveros.

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En una entrevista con la agencia AFP, monseñor Jesús Delgado, quien fue secretario personal de Romero, reseñó que “monseñor fue un hombre extraordinario, preocupado por su rebaño y es un ejemplo claro al mundo de un pastor que vivió y que sufrió junto a los más pobres”.

“Era sencillo, le gustaba el contacto directo con la gente. Me dolió su muerte pues es de los pocos que he conocido que vivió íntegramente el Evangelio”, recordó a EFE el artesano de la madera Fernando Llort, quien conoció personalmente a monseñor Romero.

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