Oliver Hellouell, un joven de 18 años de edad, tiene un talento especial para la fotografía, lo cual no sería noticia de no ser porque tiene el síndrome de down.

A la temprana edad de tres meses, tuvo que ser operado del corazón. Oliver vive con su madre, su padrastro y su hermana en el Reino Unido.

Hellouel y su madre están negociando con diversos editores con el fin de publicar un libro en el que se recoja su obra.

La madre de Oliver comenta que todos los años compran la publicación “Wildlife Photographer of the Year” y que Oliver exclama: “¡Un día voy a ser uno de ellos!”.

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La madre de Oliver, Wendy, siempre prefirió pensar positivamente y se negó a escuchar a los médicos que le dijeron que Oliver no sería capaz de hacer lo mismo que los demás niños.

Wendy explica que las personas con síndrome de Down tienen diferencias anatómicas en la estructura del ojo, lo que hace que a pesar de que no necesiten gafas, su visión sea ligeramente diferente a la de las personas que no tienen el síndrome: perciben un bajo contraste en los colores.

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“Como si vieran en el mundo a través de un filtro o una neblina de color gris ahumado. Por eso, tal vez, a Oliver le gusta aumentar el brillo de los colores y no le gustan las fotos en blanco y negro”.