Nuestros ancestros, que entonces aprendían a mantenerse en pie, podían observarlo en el cielo nocturno.

Hace dos millones de años, el agujero negro supermasivo que se encuentra en el centro de nuestra galaxia a 26.000 años luz de la Tierra, denominado Sagitario A, produjo una violentísima explosión, probablemente causada por la caída en él de una gran cantidad de material.

El potente estallido provocó una luz tan brillante que pudo ser vista por nuestros ancestros, que en ese momento aprendían a mantenerse en pie y caminar erguidos. Como es lógico, ninguno de ellos pudo dejar registro del fenómeno (faltaba mucho tiempo hasta que el hombre comenzara a hacer arte), pero es más que probable que contemplaran esa extraña luz, ya que rivalizaba en brillo y tamaño con la Luna en el cielo nocturno.

La investigación, llevada a cabo por un equipo de investigadores del Observatorio Astronómico Australiano en Sídney, señala que aún existen rastros de esa explosión cósmica, la Corriente de Magallanes, un filamento de gas parecido al encaje que discurre entre dos pequeñas galaxias compañeras de la Vía Láctea, las Nubes de Magallanes Grande y Pequeña. Los científicos ya explicaron en una conferencia cómo dataron el momento de la explosión.

Pero, además, la historia puede verse desde otra perspectiva, la de cómo veían el cielo los potenciales observadores de entonces, según explican en un interesante artículo en NewScientist. En esa época, despuntaba el género Homo.

El Homo erectus pudo ser testigo del estallido, también el Homo habilis y quizás el Australopithecus sediba, un antiguo homínido que mezcla una serie de rasgos humanos con otros más propios de los simios y cuyos fósiles fueron descubiertos recientemente en Sudáfrica. Antes, el probable espectador fue el Australopithecus africanus, según recoge New Scientist.

Todos ellos tenían una perspectiva privilegiada, ya que el centro de la galaxia es visible principalmente desde los cielos del sur. Solo quienes vivían 20º al sur del ecuador podrían haberlo visto. Sin embargo, ninguno de estos antepasados pudo inmortalizar la escena, ya que el arte aún no había nacido. Aún así, aunque sea de un modo un tanto poético, resulta emocionante imaginarlos mirando una luz extraña en el cielo.

Fuente: ABC