El satélite UARS (Upper Atmosphere Research Satélite) de la NASA, una sonda de unas 6.5 toneladas, se precipitará sin control contra la Tierra a finales de septiembre o principios de octubre casi seis años después de que se diera por terminada su vida científica.

La agencia espacial estadounidense ha advertido de que, aunque la mayor parte de la nave se romperá en mil pedazos durante su entrada en la atmósfera terrestre, no todo el equipo estallará en la atmósfera y existe el riesgo, aunque este sea mínimo, de que algunas piezas impacten contra la superficie de la Tierra. De momento, se desconoce el lugar exacto donde caerán.

La NASA asegura que el riesgo para la seguridad de la población y de las propiedades es “extremadamente pequeño” y recuerda que desde el comienzo de la Era espacial a finales de los años 50, no existen informes de daños personales causados por objetos espaciales en su reentrada a la Tierra.

Debido a la desintegración que sufrirá al traspasar nuestra atmósfera, el UARS no debería provocar un gran accidente en caso de alcanzar una zona poblada. Lo más probable es que quede pulverizado. Sin embargo, la NASA no descarta que algunos componentes puedan resistir el calor e impactar contra la superficie.

“Si lo encuentra, no lo toque”

En caso de que algunos componentes lleguen a impactar, la agencia lanza un mensaje inquietante. “Si encuentra algo que crea puede ser una pieza del UARS, no lo toque. Contacte con una autoridad local para recibir ayuda”.

Fuente: ABC.es