Cada cierto tiempo salen a la luz dramáticas historias que no dejan de sorprender y que en los casos más extremos incluyen sacrificios humanos. Son los denominados rituales de iniciación al mundo del narcotráfico mexicano.

La última declaración sobre estos rituales se dio a conocer en marzo, cuando se informó que el grupo de Los Caballeros Templarios, liderado por el asesinado Enrique Plancarte, extraía órganos de sus víctimas.

Las autoridades han reconocido que investigan testimonios de personas que aseguran haber estado en ceremonias encabezadas por el fallecido Nazario Moreno, El Chayo o El Más Loco, fundador del cartel.

Los rituales se convocaban por la noche en algún lugar seguro para la organización. Las llamaban “cenas”, aseguró el comisionado para la Seguridad y el Desarrollo de Michoacán, Alfredo Castillo. Pero estaban muy lejos de ser un encuentro normal.

“Como un proceso de iniciación utilizaban los órganos, en este caso el corazón, en donde obligaban a las personas a comérselo”, dijo el funcionario.

Los Templarios, sin embargo, no son la única organización que realiza ceremonias crueles para probar a sus nuevos miembros, o como una forma de ascender en la organización.

En declaraciones ante la Procuraduría mexican, un exintegrante de La Familia Michoacana, antecesora de Los Templarios, aseguró que los aspirantes a enrolarse en el grupo debían desmembrar los cuerpos de sus adversarios.

En Tamaulipas, Los Zetas, otro cartel del narcotráfico mexicano, secuestraban a los pasajeros varones de los autobuses que circulaban por el municipio de San Fernando, y en algunos casos los obligaban a golpearse entre ellos con marros hasta morir. Los sobrevivientes eran reclutados como sicarios.

En Morelos, el entrenamiento de la organización de los hermanos Beltrán Leyva para los miembros adolescentes consistía en golpear con una tabla de madera a una persona desnuda y colgada de los pies.

Muchos miembros de los carteles rinden culto a imágenes semi religiosas como La Santa Muerte o Jesús Malverde, a quien se considera el santo de los narcotraficantes.

¿Qué pretenden los carteles con la saña y crueldad en la iniciación de sus nuevos reclutas?

Es una forma de poner a prueba a los candidatos, le dice a BBC Mundo David Pavón-Cuéllar, investigador de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.

“Se intenta detectar debilidades, miramientos o consideraciones del sujeto que podrían impedir la realización del futuro trabajo como sicario”, explica.

También buscan “comprometer a quien comete el acto violento, especialmente si se trata de un acto criminal. Eso significa un gran poder sobre ellos, ya que podrá denunciarlos a las autoridades, a otro cartel o a los familiares de la víctima en caso de que deseen denunciar a la organización criminal o simplemente salir de ella”.

Un elemento importante en los rituales es crear a un nuevo sujeto, añade el especialista. “Se trata de dejar atrás todos aquellos límites o escrúpulos que pueden llegar a estorbar el trabajo en el seno de los carteles”.

“La iniciación tiene siempre un carácter de purificación o liberación de lo que había antes. Se inaugura una nueva perspectiva, una nueva ley, una nueva escala de valores”.