La mañana del 11 de marzo del 2011, Yasuo Takamatsu llevó a su esposa Yuko Takamatsu a su trabajo en la ciudad de Onagawa. Luego volvió a su casa para llevar a su suegra al hospital. A las horas ocurrió un terremoto de más de 8 grados y minutos después, exactamente a las 15.20 horas llegó un tsunami de más de 13 metros. Él logró sobrevivir, pero su esposa no. Su cuerpo está perdido y él la busca incansablemente.
Durante los días posteriores al desastre, Yasuo Takamatsu permaneció junto a la policía escuchando, anhelando saber el paradero de su querida Yuko, pero no escuchó nada.
Pasaron las semanas y la policía logró rescatar más de 640 cadáveres entre los escombros y el agua empozada. Ninguno era de Yuko. Continuó su búsqueda por edificios cercanos, bosques, gritas, pistas destruidas. Nada. Yuko no aparecía.
Así sin darse cuenta pasaron dos años. Nadie había encontrado a su esposa, en realidad, nadie la estaba buscando, solo él.
En septiembre de 2013, después de dos años y medio de búsqueda infructuosa, Yasuo decidió empezar a buscarla en el mar. Entonces averiguó por clases de buceo en la proveeduría deportiva local, High Bridge y aprendió.
“La verdadera razón por la que quiero aprender a bucear a los 56 años es para encontrar a mi esposa en el mar”, dijo a los periodistas que se interesaron en su historia.
Ahí contó que hasta enero de este año ya había realizado 110 inmersiones, de entre 40 y 50 minutos cada una. No solo en busca de un cuerpo, sino también de cualquier prenda de ropa o accesorio que le permitiera identificar a su mujer después de cinco años en el mar.
“Sabía que iba a ser difícil, y efectivamente está siendo muy difícil, pero no puedo hacer otra cosa, la tengo que seguir buscando. Cuando salgo al mar, la siento más cerca”, refirió.