Según la ley iraní, el responsable de un crimen o una violación debe ser ahorcado públicamente en una plaza. Su única esperanza es que la familia de la víctima pida que sea perdonado.

Este caso ocurrió en Machlad, noreste de Irán. Según información de la agencia de noticias Mehr, los familiares de un policía asesinado gritaron el perdón cuando el asesino ya colgaba de la soga.

Un grupo de personas socorrió de inmediato al hombre, que sintió como lo bajaban del patíbulo y le quitaban el nudo del cuello.

Según lo que contempla la ley, tras el perdón de la víctima y al evitarse la pena capital, el acusado debe pagar “el precio de la sangre derramada” (diyeh), que equivale a unos 36 mil dólares, además de cumplir una condena en la cárcel.