Científicos del Instituto Weizmann, en Israel, explican que saludamos para recoger muestras de aroma de la otra persona, que después olemos de forma automática.

Llegaron a tales conclusiones después de grabar a las 280 personas que les ayudaron con el estudio. El vídeo mostró que el humano suele olfatear sus manos constantemente, como si de un reflejo se tratara.

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Entre los voluntarios se notó que cuando saludaban a alguien de su mismo sexo se tocaban más veces la cara con la mano derecha. A los voluntarios se les colocó un catéter nasal, con el cual los científicos comprobaron que el flujo de aire se duplicaba cuando se acercaban esa mano al rostro.

Algunos de los participantes llevaban guantes y en estos se detectaron restos de ácido palmítico y escualeno, sustancias que también se dan en el intercambio de señales sociales entre perros y ratas.

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