Lloró usando los pocos músculos de su cuerpo, los de la cara, que todavía puede mover: Este inglés de 58 años está completamente paralizado del cuello para abajo desde 2005, cuando sufrió una apoplejía que puso fin a sus días de exitoso contratista apasionado del deporte y exjugador de rugby.

Desde entonces, ha declarado que quiere terminar con su vida. Precisamente algo que le es imposible por lo limitado de sus movimientos. Ya que la legislación actual en Inglaterra procesaría a todo aquél que le ayudara a suicidarse, Nicklinson lleva años enzarzado en una batalla para que un médico le quite la vida sin miedo a ser perseguido.

Esa batalla sufrió el domingo un serio revés cuando el Tribunal Supremo sentenció que *“reconoce que estos casos platean cuestiones éticas, sociales y legales profundamente difíciles, pero sentencia que el cambio de la ley (que permita cualquier forma de eutanasia) debe decidirlo el Parlamento“. *

Entonces fue cuando llegaron las lágrimas. Nicklinson lloró, desesperado, mientras los medios se agolpaban entre su esposa, Jane, y él. Ya que Nicklinson solo puede expresarse a través de una máquina que maneja con los párpados, tuvo que ser ella quien declarara que la pareja está “profundamente decepcionada”.

Más tarde, a través de su ordenador, Tony declaró: “No es el resultado que quería oír, pero no es nada inesperado. Los jueces, como los políticos, son más felices cuando evitan enfrentarse a los problemas reales, y esta sentencia no es una excepción a la norma. Creo que el equipo legal que me representa está preparado para seguir luchando, pero esto solo significa prolongar mi incomodidad, mi miseria y mi desazón”.

Tony solo tiene dos alternativas a morir en el hospital: La primera es acudir a Suiza, donde sí hay una ley que permite el suicidio asistido, algo a lo que se niega porque es muy caro y porque entiende que no debería dejar su país para morir. La segunda, más escalofriante, es dejar de comer hasta morir de inanición.

Fuente: La Patilla/ Yahoo Noticias