“Cuando me fui mis hijos eran bebés, ahora ellos son hombres adultos con sus propios bebés”, dijo Glenn Ford, un hombre condenado a muerte por un homicidio que no cometió y que hoy, 30 años después, logró su libertad.

Ford, un hombre negro de 64 años, había sido condenado por un jurado conformado por blancos, por la muerte de un joyero para el que trabajaba ocasionalmente. Era considerado el preso de mayor antigüedad condenado a muerte en Luisiana.

“Mi mente va en todas direcciones, pero se siente bien”, dijo Ford a los reporteros fuera de la penitenciaria.

Al ser consultado sobre si guardaba algún rencor dijo que sí, “porque fui encerrado casi 30 años por algo que no hice”.

Según el Proyecto Capital Post-Condena de Luisiana, un juez ordenó que Ford fuera liberado el lunes después de que los fiscales pidieran al tribunal que lo liberaran. Él había estado en el corredor de la muerte desde 1984.